El libro de Jorge Carrillo

Solo he tratado con el ex gobernador Carillo Olea en dos ocasiones en mí existir, creo que a lo mejor ni se acuerda de mí. La vida y su destino nos pusieron en bandos distintos. Eran las postrimerías de su sexenio en Morelos, cuando la inefable Ursula Oswald, me clausuró una de las plantas embotelladoras de agua purificada, específicamente la que estaba situada en el fraccionamiento “Los Tarianes” en Jiutepec, arguyendo una supuesta contaminación con e-collí en mis productos. Así qué, acudí con Justo Ezquer a verla y a explicarle el abuso de su actuar. Lo único que recibí de ésta insuflada y petulante extranjera fueron malos tratos.

No dudo en afirmar que mi carta abierta al gobernador Carillo Olea fue la primera de su sexenio. En ella, le explicaba la falta de tacto de su empleada y le conminaba a qué se hiciera un estudio serio de lo que en mi planta estaba pasando. Finalmente no recibí atención de parte de él, pero si pude abrir mi empresa, previo incidente legal que afortunadamente gané y así treintaicinco personas no perdieron su empleo.

Al cabo de unos años la situación de la inseguridad se vio seriamente trastocada en la entidad. A partir de 1996 los secuestros estaban a la orden del día y se empezaban a oír nombres de empresarios amigos, muy cercanos, que habían sido privados ilegalmente de la libertad.

Para entonces dos jóvenes valiosos transitaban conmigo en la Coparmex. El primero Jorge Pérez Herrera y el otro Fernando Martínez Cué, los cuales fueron ellos y solo ellos, los que se acercaron a éste que escribe para hacerme saber la gravísima situación que se vivía en Cuernavaca con respecto a los raptos. Para ése entonces ya habían sido secuestradas las hijitas de Gustavo Cornejo, los nietos de Don Antonio Ortiz Mena, Miguel Herrera y muchos otros más.

Fuimos nosotros-Fernando, Jorge y éste que escribe-los que partimos a buscar ayuda a la secretaria de gobernación en la Ciudad de México en 1996. Ahí se nos informó que se estaba trabajando en ello y nunca más se nos volvió a contactar. Fue hasta después de muchos meses, qué aquel que había sido secretario de promoción económica, Ángel Cházaro Lagos, había designado entre éste que escribe y gobernación. Ni de broma se había pensado en un movimiento social como el qué después se gestó.

Mucho de lo que asienta Jorge Carillo Olea en su libro respecto del asunto Morelos tiene razón y se ajusta a la verdad. Sin embargo, existen algunos otros detalles importantísimos que el ex gobernador seguramente ignora. La relación de Graco Ramírez y Lievano Sáenz era estrechísima en esa época. No dudo ni un ápice, de que mucho del apoyo que aparentemente se recibía para la Ong que “regenteaba” la gente de Graco, fuese utilizado para financiar el movimiento ciudadano que se dio en su contra. Casi todo lo que afirma en su libro me consta respecto al asunto Morelos. No estoy enterado y no me consta, si la animadversión de Ernesto Zedillo en su contra fue porque le fuere antipático. Lo qué si estoy seguro es que hubo una confabulación en contra de él nada pareja.

Mi libro sobre esos lamentables hechos está listo. “Morelos secuestrado, crónica de una infamia” es su titulo. Habrá muchos que sostengan que ninguna editorial seria estaría interesada en él. Sin embargo existen cuando menos dos mecenas que están más que listos a pagar el tiraje del mismo. El más interesado en que se publique es Raúl Iragorri Montoya. Raúl lo leyó y junto con el profesor Carlos Gallardo, editor en jefe de esta casa editorial, me apuran a que de mi anuencia en su publicación.

El viernes pasado asistí a la presentación del libro “México en Riesgo” de Jorge Carillo Olea. Lo mejor de ello fue el comentario honesto y vivaz de Anabel Hernández y la breve, pero muy intensa charla del autor. Ni Rey Bosch, ni el joven Abe estuvieron a la altura del evento.

“México en Riesgo” es un libro que debe de leerse. Como lo sostiene Anabel Hernández: “Podrás o no estar de acuerdo con Jorge Carillo, pero es un libro excelente”.

Lo qué más me llegó del acto fue la honesta frase de Jorge Carillo: “Si alguien se sintió o fue agredido por mi, le ruego me disculpe”.

Sirvan estas breves, pero honestas líneas para expresarle a Jorge Carillo Olea lo siguiente: “Si con mi actuar lo agredí, lo ofendí o algún otro agravio, le suplico también me disculpe”.

Ya habrá tiempo de poner a cada quién en su lugar.

JABONAZO

Éste “Jabonero” se va de vacaciones. Regreso a mediados del mes de noviembre a comentar, entre otras cosas, el aquelarre de la elección en el PRD.





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